Carlos María Abascal Carranza es un personaje conocido en el ámbito político mexicano, ya que fue secretario del Trabajo y de Gobernación durante el sexenio del Presidente Vicente Fox. También se dio a conocer porque nunca ocultó su catolicismo como origen de sus convicciones, lo que le acarreó polémicas. Sin embargo, poco se sabe, por ejemplo, de la maduración de sus ideas y de cómo articulaba su fe con su quehacer público. Platicamos con su hijo Rodrigo Abascal Olascoaga para profundizar de la vida de este singular personaje de la vida de México.
El Papa Francisco dice que ante la complejidad de los problemas del mundo, la tentación de los católicos es retirarse o mirar desde el balcón, pero uno no puede dejar interesarse en la política. Tu padre Carlos Abascal al inicio tenía un gran recelo hacia la política oficial, pero después cambió de posición con la ayuda de tu madre. ¿Cómo se da este cambio?
Mi papá es un heredero muy claro, sobre todo en su juventud, de la mentalidad de mi abuelo, quien a su vez es heredero de la Guerra Cristera, que lo llevó a un movimiento social que se llama “sinarquismo”, en donde él moviliza a la ciudadanía buscando un buen gobierno.
Sinarquismo se entiende no como anarquismo, sino como acción «en el gobierno». Al mismo tiempo de que él está convencido del papel activo de la sociedad para reconquistar valores muy importantes, como la libertad religiosa, tiene una profunda desconfianza hacia la política oficial, a la política de los partidos. Ya en esta época está el PRI, heredero del partido persecutor de los católicos que da origen a la Guerra Cristera.
Mi abuelo, sin embargo, inició un poco a decepcionarse del movimiento sinarquista, porque empezaba a caminar por derroteros netamente políticos; el sinarquismo se convierte en el PDM (Partido Demócrata Mexicano). A consecuencia de ello mi abuelo se va a Baja California, funda una colonia allá, pero el arzobispo de la Ciudad de México le ordena regresar, deja la Colonia de María Auxiliadora y viene a México a ser un pensador, un historiador.
Mi padre se forma en este contexto. Mi abuelo está decepcionado completamente de la política oficial, incluso de la participación de la sociedad civil, porque en su momento se siente traicionado por la politización del movimiento sinarquista. En este contexto le toca dirigir la tesis profesional de mi papá, que es una crítica a la democracia, con una tradición personal quizá más monárquica. La democracia les parece un error, sobre todo a partir del argumento de que la verdad no se pone a votación, por lo tanto la democracia no puede constituir la verdad, ya que ese es un tema de mayorías y la verdad no es un tema de mayorías.

Sin embargo, tu papá se desprende de estas posturas ¿Cuándo sucede esto y por qué?
Mi papá, que trabaja en aquella época en la Afianzadora Insurgentes, pero que había estado en la editorial con mi abuelo, que le había dirigido la tesis, la defiende en su examen profesional y es ahí donde conoce a Rafael Preciado Hernández, que como sinodal le dice: «no te quiero hacer una réplica convencional, quiero hacer una defensa de la democracia para que te la lleves y la reflexiones», además hay otro discurso de Preciado defendiendo la democracia que le impactó a mi papá.
A partir de ahí inicia el cambio y se separa del tema típicamente político; en esto mi madre tiene también mucha influencia. Así que poco a poco se va alejando de ciertos valores muy rígidos que se vivían en la casa de su padre, además de que se va involucrando cada vez más en ciertas actividades sociales: conferencias, cursos, pláticas en el Imdosoc (Instituto Mexicano de la Doctrina Social Cristiana), en Coparmex, y va empezando a descubrir que la participación es un tema sumamente importante.
En paralelo se da la discrepancia con su padre en un tema teológico que provoca que sea expulsado de la casa de sus padres; de este modo empieza a vivir la vida un poco más solo, ya sin esta influencia de platicar y de alimentarse de estas ideas familiares todas las semanas y en este vivir solo y con mayor participación en la empresa y en la sociedad va matizando la postura hacia la democracia.

¿Qué pensaba de la democracia?
En un libro que estaba trabajando él quería hacer la refutación de sus tesis, ya con una nueva visión. Al final, afirma que la democracia no es una forma de gobierno perfecta. Ninguna lo es per se. Por supuesto que hay vicios en la democracia, pero es lo que tenemos y quizá sea la forma de gobierno más acorde con la naturaleza humana en tanto que, en principio, nos da una mayor igualdad a todos, puesto que no hay nadie superior, sino que todos somos iguales y podemos construir.
Esta postura no es una renuncia a los valores eternos, él siempre propugnó por una democracia que esté inspirada en valores auténticos, en verdades sólidas; en lo esencial hay cosas que la democracia no puede votar, pero sí lo puede hacer en otras 25 mil cosas de la organización social, de la construcción cotidiana del bien común, donde la democracia es un instrumento muy valioso.

¿Este cambio se refiere solo al aspecto político o implicaba otros ámbitos?
Este cambio paulatino lo hemos visto nosotros como familia, tanto en su visión política como en su visión de familia o en muchas cosas. Mi hermana, por ejemplo, entra tarde a la escuela, hasta tercero de primaria, porque en la familia de mi abuela pensaban que en las escuelas sólo maleducaban, por lo que no tenía sentido que fueran a clases, mucho menos las mujeres.
Cambió en todo, desde su vida personal hasta su visión política la va madurando y va teniendo una transformación muy grande. Nosotros como hijos lo que decimos es que no es que nuestro padre haya sido perfecto o no se haya equivocado, sino que su capacidad de reinventarse y de ir matizando estas posturas que mamó en casa de una manera tan potente, porque mi abuelo es un personaje súper potente en la historia de México, en su personalidad.
Su capacidad de seguir descubriendo la verdad y de reinventarse es lo que le permite llegar a la política y hacer muchos cambios en su vida personal y familiar. Algunos de sus familiares incluso hoy piensan que es un apóstata, y es una afirmación muy fuerte. La afirmación es hasta cierto punto simplista, pues dice: «si Carlos juró defender la Constitución y las leyes que de ella emanen, y esta es una Constitución anti católica, pues hay leyes que van contra la vida, entonces Carlos juró defender eso, por lo tanto apostató de su fe».
Es una visión en blanco y negro que no ve las posibilidades de construir el Reino con base en unas ciertas realidades y que jurar defender la Constitución y las leyes que de ella emanen no implica necesariamente una traición a la conciencia, sino el esfuerzo de hacer que esas leyes sean más verdaderas, más humanas, más justas. Se trata de construir el bien común donde se puede, porque si no, el riesgo sería como dice el Papa Francisco: irse al balcón para decir «todos ustedes son unos herejes, todos ustedes están equivocados, todo son leyes malas y nosotros en el castillo de la pureza estamos nomás observando». Esta es la diferencia entre construir la historia con los elementos que se tienen y no estar pensado anclado en «lo mejor» meramente hipotético, sin posibilidad de hacer ningún cambio.

El Papa habla de la construcción del bien común, que implica meter las manos en la masa. Y eso implica ceder a veces y también enfrentarse con las tentaciones del poder, en particular con la corrupción.
No es fácil salvarse de la corrupción, que no es sólo una cuestión de dinero, sino no mundanizarse, no juzgar con los criterios del mundo e irse por la fácil, por el pragmatismo de la lucha por el poder. Él siempre nos dijo que consideraba que había elementos esenciales para poder ser un católico en la política sin traicionar sus convicciones y sin traicionar sus responsabilidades, se trataba de ser un político eficaz, pues no servía de nada que fuera un político que no diera ningún resultado.
Él decía que las claves para lograrlo estaban en el plano más humano, en la estabilidad emocional: si no tienes resuelto tu problema familiar, tu problema de afecto, tu pareja, tu compañera de vida, o si tienes graves problemas con tus hijos, las probabilidades de que acabes equivocándote después son altísimas, pues necesitas estabilidad humana que te permita hacer lo siguiente.
También en el plano humano él estaba muy consciente de la importancia de tener una estabilidad económica y financiera que te permita evitar la tentación de enriquecerte porque hay necesidades. Yo recuerdo que de chico le decía que quería ser Presidente de la República, y me dijo: “no, nunca pidas eso a Dios, porque si esa es tu meta, en el camino vas a sacrificar muchas cosas, mejor pídele servir a México y en su momento llegará el momento de servir”.
Tuve la experiencia de ir al seminario a Roma, finalmente decidí que el sacerdocio no era mi vocación. Al volver le pedí trabajar con él para entender un poco la política, y justamente él me dijo: “no; ve, haz tu vida profesional y eventualmente, si Dios quiere, te llamará dónde te toque servir”, esto es porque era muy importante para él la estabilidad afectiva y la económica.

La espiritualidad es una cuestión muy importante para tu papá, su fe era realmente viva, ¿cómo era su relación con Cristo?
María Luisa Aspe, autora del libro sobre mi padre, creo que capta muy bien esto desde el título: Un cristiano en la vida pública. Yo creo que no se puede entender a Carlos Abascal, el político, el secretario de Gobernación, sin una fe sumamente fuerte y que es la base y el alimento de su actuación política. A él le toca, en el marco de la fe, sufrir también una persecución pública; recuerdo particularmente un discurso que hace en el Día Internacional de la Mujer, donde se le acusa de ser profundamente misógino, por tratar de abordar el trabajo de la mujer en el hogar. También le ocurrió cuando, en su papel de padre, mi hermana lee un libro que no considera apto para sus compañeras y para ella y él manifiesta su desacuerdo como padre de familia, y como el libro era de Carlos Fuentes, se le tira toda la opinión pública en contra.
Su alimento cotidiano para enfrentar adecuadamente todo esto era una intensa vida de sacramentos y de oración. Iba a misa diaria, era algo admirable, de hecho en la presentación del libro de mi padre me decían que no se puede ir a misa diario. “¿Cómo le hacía tu papá?”, me preguntaban, “eso no es humanamente posible”. Bueno, realmente es un reto, nace de una profunda convicción y de la necesidad, fruto de la comunicación con Dios. Y luego, el otro tema, es la vida de sacramentos intensa que siempre fue su sustento. Acudía a la oración como una manera de solucionar sus problemas más graves, así como para tener paz de espíritu y claridad mental. Era en la oración donde él encontraba esta fuerza para poderlo hacer y era con mucha naturalidad, porque aunque las caricaturas decían que se la pasaba predicando, la verdad es que no, la verdad es que hablaba de Dios cuando había que hablar de Dios, pero sobre todo vivía a Dios.
Yo me acuerdo mucho, por ejemplo, cómo todas las noches, si acabamos de ver una película el fin de semana, nos pedía a los hijos una lectura espiritual, nos decía: “no se duerman con la cabeza llena de pájaros”. Era esa su cotidianidad: un ratito de oración, un poquito de meditación con mucha naturalidad, pero también vivía su fe de una manera muy explícita: todos los domingos en el desayuno había que analizar las lecturas y él nos guiaba. Era muy explícito, pero muy natural. Y eso le permite en su vida pública ser claro, no negar su fe, pero también poder convivir naturalmente con judíos, musulmanes, ateos, agnósticos porque su religión era una espiritualidad profunda de su ser, no era una ideología que había que imponer. De hecho, él estaba profundamente en contra de las ideologías. El cristianismo no es una receta de cuatro puntos que hay que cumplir y ya estoy del otro lado; no, es con encuentro con el otro y con Dios.
Recuerdo un momento muy interesante de mi papá de cuando estaban las negociaciones muy fuertes en el conflicto de Oaxaca y él juntaba en la secretaría de gobernación a todos los grupos que estaban en conflicto. Estaba el obispo Samuel Ruiz, estaban los de la APPO (con Flavio Sosa) , los de la sección 22.
Hay dos momentos que lo retratan de cuerpo entero. Una vez su subsecretario de gobierno, Arturo Chávez, le comentó después de mucho negociar: «Sabes qué ya estoy harto, no se puede hablar con estas personas» y mi papá, que además cuentan sus colaboradores que eran poquísimas las veces que alzaba la voz, pues era de una serenidad notable, se queda agachado, pensando y luego da un manotazo en la mesa y le dice: “¿Cómo te atreves tú a rendirte cuando Cristo dio su vida por ti y nunca se rindió a pesar de tus debilidades?”. Esto motivó a su secretario y salió a seguir trabajando.
El segundo momento testimonia la misma dinámica: una vez llegando a la casa, sobre todo mi madre y yo convivíamos mucho con él y platicábamos mucho con él sobre temas de política, le decíamos: ¿Cómo puedes convivir con personas tan antagónicas? Él nos dijo algo que me dejó muy marcado: “Si ves en ellos a otro Cristo, entonces puedes dialogar”. La espiritualidad la llevaba tatuada en todos los momentos de su vida. Alguna vez, el padre José Ortiz, que era muy cercano a mi papá, hacía una reflexión muy bonita: que en el fondo mi papá había vivido la espiritualidad de Cristo Rey, justamente del Cristo que gobierna. Al final vivió una espiritualidad constante, pues no era una pose, no era el cumplir con el precepto de ir a misa, era algo que vivía en todos los momentos y nos lo transmitía consistentemente.

Llama la atención que tenía de construir el bien común con todos. Incluso tenía una buena relación con personajes de la política oficial y del sindicato que se puede pensar tenían posturas muy diferentes y hasta contrarias, como por ejemplo Fidel Velázquez.
Fidel empezó muy rápido a valorarlo. Mi papá es el primer líder empresarial que se para en el Congreso del Trabajo y empezó a hablar de algo que es profundamente verdadero: el respeto al trabajador, abordó este tema en lugar de la lucha de clases. Los trabajadores se sintieron identificados de una manera muy importante.
Todavía él en su comparecencia en el Congreso del Trabajo se permitió hacer la bendición de la Virgen de Guadalupe a los trabajadores, qué causó un gran escándalo político, pero por ejemplo, es una de las anécdotas que, cuando presentamos la biografía de mi padre por primera vez en la Secretaría del Trabajo, Carlos Aceves del Olmo, actual Secretario de la CTM, recuerda con mucho cariño. Estos gestos eran algunos de los que caracterizaban mucho a Carlos Abascal. Gente de todos los partidos políticos le reconocían su valía, lo respetaban, sabían que podían hablar con él y que no era un traidor y siempre mantenía lo prometido.
Y ya muerto esto se convirtió en un reconocimiento por todos lados. Nos ha tocado oír cómo ahora le echan porras tanto Encinas y como Monreal, así como Salinas y Peña Nieto, además de la gente del PAN. Construyó la paz por medio del diálogo.

¡Excelente! Muy interesante todo el proceso. Sobre todo porque es un proceso. Me cautivó sobre todo lo que dice de su papá como mayor virtud: no que era perfecto, sino la capacidad de reinventarse.
Gracias.
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