Uno es el hombre (tercera parte de seis)

hedonismo

Tercer envío de una serie de seis

  

Uno apenas es una cosa cierta

que se deja vivir, morir apenas,

y olvida cada instante, de tal modo

que cada instante nuevo, lo sorprenda.

 

(…)

Uno es el hombre que anda por la tierra

y descubre la luz y dice: es buena,

la realiza en los ojos y la entrega

a la rama del árbol, al río, a la ciudad

al sueño, a la esperanza y a la espera.

 

* * *

Uno es el presente que vive, “una cosa cierta que se deja vivir, morir apenas”. La vida es el presente que uno vive, olvidando cada instante “de tal modo que cada instante nuevo, lo sorprenda”.

 

El valor del presente es resaltado como definitivo por el poeta.

En la experiencia presente, el pasado no resuelve ni define. El pasado es pasado y en cuanto tal es –debe ser– olvidado “cada instante”.

 

Ayer fui amado, si hoy no lo soy, no sirve, no es cierto.

Amé ayer, si no amo hoy no es verdadero.

Conocí ayer, si no conozco hoy, no fue cierto el conocimiento.

Supe ayer, no sé si no sé hoy.

Lo que comí ayer no remedia mi hambre de hoy, lo que bebí no calma mi sed.

 

En este instante preciso me defino por este instante. Soy mi presente.

 

Se deja vivir, morir apenas”.

Uno no es más que su presente en la medida en que no vive si no deja “que cada instante nuevo, lo sorprenda”.

 

La inmanencia pega a la experiencia directa y para Sabines uno es esa experiencia. Sin esta inmediatez –afirma– uno no es ni siquiera “apenas una cosa cierta”.

 

Se deja vivir, morir apenas”.

El presente está en la inmanencia y es algo que le ocurre a uno. El autor insiste en el carácter casi pasivo con que se vive. Para él, no ir contra este criterio inmediato de la vida, es vivir; dejándose vivir, sorprendido por el instante (continuación de la inmanencia que reconocíamos en las estrofas anteriores).

 

La idea se confirma en estrofas de más abajo: “uno es el hombre que anda por la tierra”.

Justamente es en la tierra en que se “descubre la luz y dice: es buena

[el acto gnoseológico tiene punto de partida inmanente].

Sabines opone el acto creador de “dijo Dios: hagamos la luz”, al descubrimiento de la luz en el presente. Para el poeta, aquel acto primigenio no es nada sin el presente del descubrimiento de la luz.

En esa inmanencia pasiva (porque “se deja vivir, morir apenas”), ocurre sin embargo un acto creativo, de descubrimiento de la luz…

 

El poema es pleno en voces significativas, ambiguo, contradictorio, paradójico.

Uno es un uno pasivo pero activo.

Se deja vivir y morir y sorprender;

pero es al mismo tiempo el sitio en que se descubre la luz [allí donde el acto creador de Dios en el inicio del tiempo se hace real].

En todo caso, ese uno inmanente que el hombre es, es desde donde la luz se hace luminosa.

Antes del hombre la luz no es sino partículas caóticas que chocan unas contra otras.

El hombre toma la luz y la ordena… luego la dirige adecuadamente y…

la entrega a la rama del árbol, al río, a la ciudad

al sueño, a la esperanza y a la espera”.

 

Uno es, pues, la medida de todas las cosas. La posibilidad de luz, la ordenación.

Puso el hombre nombre a cada uno de los animales del jardín”.

 

* * *

 

¿Olvida realmente uno cada instante?

¿Se deja uno vivir y morir apenas, es decir se resigna uno a ser apenas una cosa cierta capaz y disponible para olvidar cada instante del pasado reciente y los instantes lejanos del pasado antiguo?

Más aún: ¿es posible este olvido?

Dentro del brillo del poema que resalta el presente, el olvido es una cosa grave que intuitivamente nos impide rescatar el mismo presente:

¿se deja uno morir constantemente en su pasado, asumiendo la inmanencia del instante presente… así, sola?

¿Acaso no se reconoce uno en la fotografía de hace diez o veinte años y dice uno: “ese soy yo”?

¿No recorre uno cuando intenta responder a “quién soy” los lugares antiguos, las personas importantes, acontecimientos vivientes en la memoria, decisiones tomadas… tal actuales como el presente [aunque ya no inmanentes]?

 

 

Continuará…

 

Un comentario en “Uno es el hombre (tercera parte de seis)

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