Por Santiago Junco*
Ignoro si el título de la película de Cuarón refiere de manera privilegiada a la tradicional colonia de Ciudad de México o al detergente que lleva el mismo nombre. La reflexión no me parece ociosa. La película abre con una escena donde se está lavando el garaje de la casa, espacio permanentemente tapizado de excrementos de la mascota. La mancha constante, así como la interminable y casi anónima labor de mantener aseado el espacio no es gratuita, aparece como si fuera una expiación. Esas pequeñas tareas del mundo doméstico, las desdeñadas rutinas aparentemente intrascendentes, invisibilizadas, se perpetúan. Cuando este universo doméstico, contrapuesto al trasfondo de agitación política expuesto en un segundo plano, nos hace preguntarnos: ¿dónde figura el espacio de la genuina redención?
En la novela El agente secreto de Joseph Conrad, Winnie, la esposa de Verloc es un personaje al margen del fervor revolucionario, de las intrigas o de lo que se llamaría la ola de historia. Los hombres que pretenden transformar el mundo son incapaces de apreciar y aun menos de mostrar empatía ante el sufrimiento de quienes los rodean; el cariño y cuidado que Winnie profesa hacia Stevie, su hermano discapacitado, posee de modo inverosímil una capacidad para el cambio más potente que cualquier teoría anarquista. Sin embargo ella, avasallada por las fuerzas que pretenden redimir a un Hombre abstracto, se convierte en un mal necesario, una víctima del “bien mayor”. La pregunta deviene: ¿dónde verdaderamente se encuentra la revolución, en la transformación de las estructuras sociales o en la conversión desde el corazón? La resolución en la novela de Conrad, no podría resultar más oscura, sin embargo en Roma, la salvación pasa no solo por el sacrificio personal, sino desde la solidaridad del ámbito doméstico. No hay una verdadera transformación social si sólo se mira hacia lo remoto, en detrimento de lo cercano. ¿Qué tiene mayores consecuencias en el universo? ¿Entregarse a la lucha por transformar las estructuras de la historia o mantener un patio limpio?

Es de agradecer la cuidadísima cinematografía, que en no pocos momentos le da empaque a unas actuaciones que, considero irregulares en presentación y calidad, con la notable excepción de Yalitza Aparicio.
Las tomas a contra luz, más allá del alarde técnico que representan, generan la sensación de la existencia de otra perspectiva: la de un punto de vista tal vez mejor que el propio, la del mismo sol que se ubica detrás de la escena.
* Filósofo.
Me estremeció la profunda originalidad de tu análisis y la poética de tu prosa, Santiago. Voy a seguir en la utópica esperanza de la cosmópolis.
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