–¿Por qué nunca nos buscamos?, ¿por qué todo tuvo que acabar así? –le dijo.
La imagen de su padre guardó silencio, intentó balbucear algo, pero al final no pudo articular ninguna palabra.
–¿Qué te mueve en la vida? -arremetió al borde de las lágrimas.
–Bueno, una vez quise trabajar en Disneyland… –dijo sin terminar la oración y mientras su mirada se extraviaba en la nada.
Comprendió que esas preguntas no podrían contestarse y que tendría que vivir con ellas.
–Te quiero casi como a mi padre –le dijo a aquel hombre que tenía el rostro, la voz y las arrugas de su padre mientras lo abrazaba y clavaba el rostro en su pecho, poco antes de despertar del sueño, el único lugar donde veía su imagen tras su muerte y casi podía tocarla.

La sombra del padre (microcuento)
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