En una entrevista exclusiva a Adriana Dias Lopes de VEJA, Walmor Oliveira de Azevedo, el nuevo presidente de la CNBB habla del encuentro que tendrá con Bolsonaro, defiende una Iglesia desasociada de partidos y dice que el arma del católico debe ser el amor. Por su relevancia la compartimos en Humanum y agradecemos a don José Antonio Rosas de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos su traducción del portugués al castellano:
En este mes, el arzobispo de Belo Horizonte, Walmor Oliveira de Azevedo, se convirtió en el 13o presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB). La elección, hecha por cerca del 70% de los 296 obispos de todo el país, dejó atrás al fuerte candidato al cargo, el cardenal Odilo Scherer, arzobispo de San Pablo. Con el doctorado en Teología Bíblica, don Walmor también integra dos congregaciones de peso en el Vaticano – para las Iglesias Orientales y la de la Doctrina de la Fe. La elección del arzobispo representa una Iglesia más preocupada por el retorno a las raíces de la fe que con posiciones políticas, el papel que calcó la historia de la CNBB.
Usted es considerado un obispo de centroizquierda. ¿Que significa eso?
No soy de derecha o de izquierda ni de centro. Tampoco progresista o conservador. La Iglesia no puede guiarse en ideologías. Me autodefino como aquel que quiere volver a las fuentes del Evangelio. Es de esa postura que viene el equilibrio de que tanto necesitamos en esos tiempos de polarización. La polarización separa y aísla.
La CNBB ya tuvo influencia política y social como pocas asociaciones religiosas en Brasil. ¿No debe tener más ese papel?
La CNBB tiene que reaproximarse del Evangelio. Volver al Evangelio es revestirse de una sabiduría que no viene de sí mismo, sino de la sabiduría de Dios. De esa forma pasamos a comprender la vida de forma diferente: amando a los enemigos, yendo al encuentro de aquellos que sufren, siendo solidarios, perdonando. Esta debe ser la esencia de la CNBB – no del partido A o B. ¿El católico debe apartarse de la política? La CNBB tiene que reaproximarse del Evangelio. Volver al Evangelio es revestirse de una sabiduría que no viene de sí mismo, sino de la sabiduría de Dios. De esa forma pasamos a comprender la vida de forma diferente: amando a los enemigos, yendo al encuentro de aquellos que sufren, siendo solidarios, perdonando. Esta debe ser la esencia de la CNBB – no del partido A o B. La CNBB no es un club de amigos y tampoco una ONG o un partido. Es la congregación de todos los obispos de Brasil con la fuerza de la Iglesia. La fuerza política de la CNBB y de la Iglesia es ayudar a construir una sociedad justa y fraterna.
¿El católico debe apartarse de la política?
Eso es otra cosa. Los fieles deben involucrarse más con la política. Pero siempre pautados por la moralidad innegociable y al servicio del otro.
La mitad de los católicos votó en Jair Bolsonaro, un presidente que hizo de la liberación del porte de armas uno de los principales motes de su campaña. ¿No es paradójico un católico usar un arma?
El arma, no sólo para el católico, sino para todos los cristianos, debe ser el amor. El cristiano tiene que atrapar en lo que promueve la vida. Nuestro camino es el de la paz, de la construcción de una sociedad pacífica. Pero los católicos son libres para hacer elecciones. Necesitamos mirar el contexto complejo de la sociedad brasileña. El contexto actual mostró nuestras dificultades políticas. Una elección hecha, hay un desafío enorme para dar un paso adelante.
Es de costumbre que el nuevo presidente de la CNBB se encuentre con el presidente de la República poco después de la elección. ¿Cuál es su expectativa para ese encuentro?
Vamos a encontrarnos muy pronto. Quiero oírlo y poder compartir con él la fuerza del Evangelio. No daré recados. Lo que deseo de corazón abierto es ofrecerme para el diálogo. Esto es importante para todos los lados, incluso si hay diferencias entre ellos. Nadie es dueño de la verdad. La verdad es Jesucristo. El ejercicio de la Presidencia, de un cargo público, independientemente de la elección religiosa, tiene que basarse siempre en la apertura al diálogo y la moralidad. El objetivo tiene que ser el bien del pueblo brasileño.
En su opinión, ¿el presidente es un buen representante de la moralidad?
Ninguno de nosotros representa la moralidad. La sociedad brasileña, incluidos los cristianos, ha mostrado vergonzosamente que, desde el punto de vista moral, tiene un largo y urgente camino a recorrer. Todos tenemos que ser más coherentes con la fe que profesamos, el Dios al que nos referimos. Este es el gran desafío. Somos todos pecadores. Tenemos que construir un camino que ofrece lo que tenemos de mejor. Tener opciones diferentes y conflictos de elecciones forma parte de una sociedad pluralista. Pero cuando alguien dice que Dios está por encima de todo, se está comprometiendo a poner el amor, la justicia y la verdad por encima de todo.
Los institutos de investigación indican que en 2032 el número de evangélicos superará al de católicos en el país. ¿La Iglesia Católica se equivocó?
No diría que la Iglesia se equivocó. Ella ha sido profundamente desafiada a tener nuevas respuestas en la complejidad y la rapidez de los cambios culturales de la sociedad. La Iglesia no puede preocuparse por los números. Las cifras muestran mucho, claro. Pero lo más importante está más allá de ellos.
¿Por qué el número de evangélicos ha crecido tanto?
Las estadísticas muestran el crecimiento de evangélicos, pero también de grupos católicos. Creo más en el tránsito religioso que en el crecimiento en una sola religión.
¿La Iglesia se alejó del fiel?
Tenemos una capilaridad, mantenemos servicios sobre todo con los pobres y los que sufren. Pero tenemos un desafío, como dice el papa Francisco, que es el de llegar a las periferias espirituales y geográficas.
La Renovación Carismática fue un movimiento que, a pesar de haber arregimentado fieles, no es visto con buenos ojos por muchos en la cúpula de la Iglesia. ¿Cuál es su opinión sobre ellos?
El camino evangelizador de la Iglesia es encontrar en los movimientos eclesiales una gran fuerza. Ellos congregan a personas. Se trata de una gran fuerza y todos son muy bienvenidos. Pero no pueden tener una connotación personal. Es decir, cuando la persona aparece más que el Evangelio. Ellos deben ser pautados en las raíces de la fe y de la tradición. La fe no debe ser confundida con sentimentalismos y eso vale para toda la Iglesia. Los padres cantores, por ejemplo, tienen el desafío de no convertirse simplemente en artistas. Si son evangelizadores, que lo sean. Que usen sus carismas y disposición y no hacen un proyecto algo meramente personal. Tenemos que estar al servicio de la Iglesia.
Los discursos y las acciones del papa Francisco han causado polémicas dentro y fuera de la Iglesia como poco se ha visto en la historia moderna de la institución. ¿Qué piensa usted de eso?
El Papa está profundamente enraizado en la riqueza innegociable de la tradición de la Iglesia. La tradición es un patrimonio. En el contexto actual de muchos cambios, siempre corre el riesgo de interpretaciones inadecuadas. Él incluso. No estamos en un tiempo monolítico. Pero en un tiempo de pluralidad, que contempla opiniones diversas. Por lo tanto, el Papa es alcanzado por ello. La Iglesia tiene una reserva de fe y de principios morales y éticos que son intocables. No podemos negociar ningún punto. No podemos hablar de matrimonio de personas del mismo sexo, por ejemplo, porque es un sacramento entre hombre y mujer. Pero la Iglesia es misericordiosa y no hace la acepción de personas. No alimenta preconceptos.
El papa Francisco ha expuesto y combatido duramente casos de abusos sexuales en la Iglesia. ¿La Iglesia brasileña ha seguido ese camino?
Es importante recordar que el porcentaje de crímenes cometidos en el clero es mucho menor de lo que sucede en la sociedad en general, dentro de las familias, incluso. Estamos haciendo un vademécum en él. Un paso a paso en lo que es importante sobre las víctimas y en lo que corresponde al castigo canónico ya lo que la sociedad civil tiene que hacer. Independientemente de cualquier cosa, la tolerancia es cero.
Traducción Academia de Líderes Católicos