En los años sesenta recorrí la Sierra de Puebla, siguiendo los últimos deseos de mi padre. Me había encomendado investigar el asesinato de mi abuelo, que en la Revolución había sido un notable guerrillero. Sólo por el hecho de prometérselo a mi padre en su lecho de muerte, me lancé a semejante aventura.
Fue la experiencia más extraordinaria de mi vida, me pasé meses recorriendo la zona; yo, hombre de ciudad me impregné del sentir y obrar de la gente del campo. Aprendí la historia de cada pueblo, sus leyendas y sus anécdotas. Recolecté todos los datos que pude sobre mi abuelo y entrevisté a cientos de ancianos, que me trasladaron a otra época: una época cruel y valerosa.
No descubrí la historia detrás del asesinato de mi abuelo; pero aún así me alegro de haber realizado aquella investigación.