Te venero, ¡oh árbol de la vid!,
porque por tus frutos dulces,
dulce haces la vida del hombre;
cuando en un arrebato de fuerza
sangras hasta la última gota.
El silencio se encarga, después,
de aromatizar a detalle
aquella tremenda agonía
que sufrieron tus sarmientos
para que el hombre hartara
su corazón con el tuyo.
¿Su motivo?
Resistir el tiempo
que cruelmente lo ahoga.
Te venero porque logras
que el hombre saboree
la vida con mayor fervor,
das sabor a su vida
por tu vida que oscurece.
01/09/2019