Hay cosas que nos dañan,
música que nos hiere,
silencio que abren nuestras venas,
poemas que desgarran la noche,
y estoy yo.
Yo, mi peor enemigo,
soy quien conoce mis debilidades.
Se la longitud de mis heridas.
Conozco bien dónde clavar la daga
hasta hundirla lentamente
como un sueño profundo.
Soy mi perfecto enemigo,
y esa traición duele;
¡Eres tú!,
tú, con quien compartía el pan en mi mesa
y miraba desde mi ventana.
¡Fuiste siempre tú!,
siempre yo.
Cómo me vengo de ti,
cómo derrotarte sin morir yo.
Cierto, hay cosas que nos dañan,
pero la más dolorosa soy yo,
siempre yo.