Me hablaste de encuentro.
Todo me dice: sal y ven.
¿De dónde saldré?
Del abismo de la soledad;
ahí mis recuerdos me devoran.
Es mi bestia arcana.
Me persigue.
Curioso que de noche me deja dormir
porque prefiere aterrarme despierto,
metiéndose en cada fisura de mi alma.
Cómo no sentir que dentro pecho
se agita un golpe de estado
queriendo expropiarse de mí;
pero el problema no eres tú,
Altísimo e insondable Señor,
soy yo,
una duda encarnada,
escondida entre los dedos.
soy yo,
lecho de incertidumbre,
mansión de locos.
Aquí converge todo:
la belleza, el dolor,
pánico, silencio,
fe, impaciencia,
otro yo,
otro tú.
Me hablaste de amor,
y aún no puedo amar todo esto que soy yo,
la cara de la luna que se asoma.
Esto de ser un eterno secreto
asesina toda mi razón,
sin embargo sigo creyendo en el amor.
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