En el Día de la Filosofía

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco) celebra hoy el Día Mundial de la Filosofía, lo que permite recordarnos la importancia de esta disciplina para la vida de las personas.  

Se ha convertido en un lugar común decir que todas las ciencias tuvieron su origen en una matriz filosófica, pues en la Antigüedad hacer filosofía tenía que ver con la necesidad de saciar la sed de conocimiento, con satisfacer el deseo de verdad. «Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber», dice Aristóteles al iniciar su Metafísica.  

Es cierto, el deseo de conocimiento impulsa al filosofar, pero no de se trata de cualquier tipo de conocimiento. La clase de contenidos que aborda la filosofía tienen la peculiaridad de atraer la atención de los seres humanos despiertos a lo largo de la historia, de ahí que podamos leer en Platón o Aristóles pasajes que nos resultan siempre nuevos y que aún hoy tienen la capacidad de dejarnos perplejos. 

¿Pero cuál es el núcleo de los temas filosóficos? Del ejercicio filosófico podemos reconocer que sus objetos de estudio no pueden ser abarcados y determinados de una vez y para siempre, aunque muchos filósofos se hayan empecinado en ello. Un ejemplo de estos problemas es, por antonomasia, el problema del ser, abordado en sus orígenes por Parménides, con acentos particulares en Platón, Aristóteles y la escolástica medieval hasta Heidegger. «Esa indeterminación de la comprensión del ser de la que ya siempre disponemos es, ella misma, un fenómeno positivo, que necesita ser aclarado», dice Heidegger en Ser y Tiempo.

Heidegger mismo reconocerá que para abordar la pregunta por el sentido del ser tendremos que recurrir al Dasein, un término que hace referencia al ser humano en cuanto capaz de preguntarse por el ser: «elaborar la pregunta por el ser significa hacer que un ente –el que pregunta– se vuelva transparente en su ser», añadirá.

Martin Heidegger

Pero decir que los temas filosóficos no puedan ser acabados no quiere decir que el filosofar sea una «pasión inútil», para usar una expresión de Sartre. Al contrario, los límites del filosofar nos revelan que la realidad tiene un fondo misterioso, un punto de fuga que nos abre hacia el Infinito.

Ayudarnos a ser conscientes de que nuestras existencias no están sujetas solamente al influjo de variables políticas, económicas y de consumo es una de las tareas más nobles de la filosofía. Saber que no estamos a merced de la moda y de las tendencias de la época es un aspecto liberador. Que exista la filosofía tan sólo por esto ya es una ganancia.

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