Recientemente visité una cafetería ubicada detrás de mi convento. Sí, soy fraile. Cuando me decidí a darle el primer sorbo me quemé la @?¡≠ boca; mi ansia por probarlo pudo más que mi paciencia, así que esperé.
Abrí mi libreta y dejé que las páginas se vaciaran mientras era hipnotizado por el vapor burlesco de mi café; fluían las ideas, tachaba otras, un pequeño sorbo, la tinta, el papel, jazz de fondo y un sorbo más.
Es por eso que les comparto este instructivo personal para tomar una taza de café:
1. Es blasfemia querer apresurar un café, pues a éste se le conquista con besos lentos y suaves.
2. Se ha de hablar en un tono de voz ecuánime al ambiente, pues los gritos y alaridos no son propios de la tranquilidad de aquellas aguas negras en las que nos sumergimos.
3. Se aceptan libros, poesía, hojas en blanco, soledad, crucigramas, periódico, absurdo y dudas existenciales, humor negro, blanco, rojo, etc., menos revistas del corazón o estupideces esoteristas.
4. Al finalizar la taza, espere un momento, siempre queda una palabra por ser dicha, luego gire estoicamente y despida al santuario donde bebió esta emocionante bebida.
Buena receta, innovadora, clara y replicable!!!
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