Abrazaste la debilidad,
las constelaciones no podían explicar
la verdad manifestada en la carne.
Carne que toca la divinidad.
Soberano que besa la esclavitud.
El universo no entendía
la locura de tu ardor,
y el que pensaba que comprendía,
una y otra vez se decía:
¡Qué misterios del amor!
Belén, Palestina/2019
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