Como la novedad de la natalidad,
como la esperanza del niño, la esperanza que nos dan los hijos (en sentido estricto y en sentido metafórico),
esa niña Esperanza del poeta Peguy, que parece nada pero mueve todo…
Hoy el tiempo no es un Kronos que devora
sino un niño que nace
y nos ayuda a nacer otra vez.
El tiempo hoy se percibe
como un tiempo renovado
(ojalá seamos renovados nosotros también
en este tiempo)
Este día la Iglesia celebra la Maternidad de la Virgen. Como celebración de fe, es difícil pensar en tanta fecundidad, donde el protagonismo de Dios y el de María se juntan para hacer la historia (de la salvación).
La Virgen es la Mujer vestida de Sol (el Sol tras ella y el estar encinta es la misma cosa) que anuncia la novedad absoluta en el tiempo. No sólo es un anuncio, también es una compañía: «¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?» Es la inauguración de confianza en el tiempo, bajo el manto protector de la Virgen (aunque –y también esto es grande– ella siempre lanza: «tienes que ser precisamente tú»).
Como metáfora, es sumamente significativo: lo nuevo cuidado, vigilado que significa la virginidad, es fecundidad plena. Inigualable.
Un abrazo, feliz 2020.
Deja una respuesta