¿Cuál es tu palabra para mí?
¿Qué pronunciarás en el denso bosque,
en la negra confusión?
Rasgar acaso mi velo,
violencia del encuentro,
hasta florecer de mi exhumación.
Como un rayo baja tu mirada hacia mí,
me fulmina y no sé qué decir.
Se me quiebra la voz,
rebusco en los Salmos, en David, Salomón;
pruebo dolor, angustia y festín,
pero toda palabra vuelve a ti.
¡Que vuelva a ti!
Florecido o marchito.
Consumido y de pétalos llorados,
sin llanto, sin prisa, sin vocabulario,
con un puñado de tierra en la mano,
porción del corazón de Adán,
y con una palabra en los labios.
[Ain karem, 2019]
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