En el 133 aniversario de las Misioneras Hijas del Calvario

Las Misioneras Hijas del calvario es una congregación religiosa que nació en México el 19 de enero de 1885, bajo la visión de las hermanas María Ernestina y María Enriqueta Larrainzar Córdova, con el apoyo incondicional del sacerdote franciscano Fray Manuel María Ortiz, con una consigna especial: tener una mirada compasiva y misericordiosa con la que ven a Jesús crucificado, a través del prójimo.

Esta congregación está conformada por mujeres que han dedicado su vida a Dios desde diferentes apostolados: albergues – para niños y para ancianos–, labor pastoral en parroquias, educación y trabajo en centros de salud. Al día de hoy, la congregación tiene presencia en distintas partes del mundo como Brasil, Colombia, Italia, Jerusalén, España, Zimbabwe, Mozambique y México.  

Aunque son parte de una misma Iglesia, la Congregación de las Misioneras Hijas del Calvario, tienen como una característica especial que las identifica “hacer presente el Mensaje de Salvación en el mundo”, de ahí que su presencia activa en la sociedad más vulnerable y doliente se haga ver en los diferentes lugares donde están.   

La escena que las representa es el Calvario, con el apóstol Juan, la Virgen María y Cristo en la cruz. De ahí que su visión por el prójimo –Jesucristo mismo – sea especial, pues es el momento de la agonía de Jesús en su dolor, su miedo, en el momento en que Él se mostró con la fragilidad humana y enfrentó el temor a la muerte carnal, donde estuvieron presentes Juan y María. Así, esta es la manera en la que este grupo de religiosas quiere estar presente.

La contemplación amorosa de Jesús crucificado le da sentido a esta congregación, pues es la mirada con amor a Cristo, que se ve reflejada en los crucificados de hoy que, como Él, sufren en la actualidad. Por ello, las religiosas de la congregación miran en el prójimo a Jesús en la cruz, y buscan, en medida de sus posibilidades y aún con sus limitaciones humanas: rescatar al Cristo de hoy.

En la actualidad, Cristo sigue sufriendo en la cruz a través de niños, adolescentes, ancianos, pobres de espíritu y de bienes materiales, mujeres y hombres quienes por diferentes circunstancias que la vida les ha presentado no viven dignamente y por ello son reflejo de Jesús en la cruz. A través de ellos, las Misioneras Hijas del Calvario existen, intentando bajarlos de la cruz y librarlos del dolor a través de la resurrección, siguiendo una de las premisas máximas dada por una de sus fundadoras: María Ernestina Larranizar: “nunca pasar indiferente al lado de una desgracia sin procurar remediarla”.

Para muchos católicos, hoy es más fácil rezar y leer la biblia apartándose del servicio al prójimo, sin embargo, este grupo de religiosas, tiene como misión estar cerca de los necesitados, ayudar de forma concreta y, sin dejar de lado la oración, estar en al pie de la cruz.

No me queda más que desearles, a través de estas líneas, un felicitación, no solo por ser esa pequeña parte de la Iglesia que en el trabajo diario procura al prójimo, sino también por los 135 años que cumplen. Les envío mis mejores deseos, deseando que Dios les siga dando la fuerza y el valor del aposto Juan para encarnar al discípulo que no abandona a su maestro en los momentos más difíciles. Pido para ellas la fortaleza de María para continuar de pie, cerca de Él, aunque esto signifique cargar con el dolor ajeno, además del propio.

Si quieres saber más de ellas, puedes ingresar a esta dirección electrónica:  http://misionerashijasdelcalvario.org/es/

Imagen del Calvario en el templo de San Miguel de Allende.