Las estancias de «mi adentro».

Ayer leí en redes sociales la siguiente frase anónima: «No estamos encerrados. Para adentro hay un montón de lugar». Vino en mi ayuda. Me está haciendo reflexionar sobre mi interioridad, en lo que tengo en mi intimidad, en lo que soy.

En mi «adentro» tengo muchas estancias. Lugar para descansar, pensar, meditar, alegrarme, cantar, llorar, angustiarme…

Hay lugar para todo. Es mi espacio de completa libertad.

Curiosamente, también es desde donde viajo a los lugares más lejanos, a los lugares y personas a las que no veo hace mucho y a las que ya no están por aquí. A momentos vividos y disfrutados.

Con la lectura me translado a sitios e historias muy variadas, a distintas épocas de la Historia, a distintas posturas y testimonios que me emocionan, me forman y me ayudan a edificar mis pensamientos, mis juicios. Acercándome a lo que hay fuera de mí, a personas diversas y otras formas de vivir.

Con la música «floto», me relajo, me alegro y divierto, me emociono y me estremezco.

Con la oración me uno al Misterio. No me siento sola nunca.

Es el lugar que quiero cuidar y preservar. Serle fiel. Porque es desde lo que tengo adentro que me va a guiar en qué hacer y cómo, qué decir y cuando, a qué dedicar todo mi esfuerzo. Es lo que agudiza y ensancha mi mirada, mi voluntad y esperanza.

Frente al ruído exterior, es mi refugio. Frente a lo que me desespera, es consuelo, descanso.

En definitiva, mi adentro es lo que soy, es mi «todavía».

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