El día no tiene horas

El día no tiene horas
cuando se vive en el encierro.
¿De qué me sirve el tiempo
si me deja en el mismo espacio?

La memoria no crece con el segundero
sino con los lugares,
y ¿hasta cuándo pueden vivir mis recuerdos
de comer los propios recuerdos?

¿Hasta dónde llega mi alma
asomándose por la ventana?
El color de las hojas me dice
que lo marchito retoña.
Se comienza una y otra vez.

La vid de mi jardín
se extiende con la fuerza del verde,
pero mis manos
no pueden subir hasta el techo;
no saben quedarse
esperando la luz del sol.

No soy una planta
pero la memoria se está enraizando,
y no sabe beber agua ni buscarla.
Crece en el tiempo
muere y retoña en el espacio,
se fija en instantes
y lo otro queda dormido.

¿De qué sirve el día
si se confunde con la noche?
Pierde su sabor el desvelo
en espera del retoño cotidiano.

[Israel, 2020]

 

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