El corazón se me quería salir a patadas;
todas las noches algo le incomoda.
Se retuerce en tan pequeño espacio.
Siento sus manos abriendo una brecha
hasta que se cansa y se queda dormido.
Pienso que debería dejarlo pasear,
emborracharse,
pelearse con el hígado
y escupir al páncreas,
pero,
cómo vivir en eterna guerra,
silencioso asalto,
entrañable querella sin terminar aniquilado.
Yo estoy en la trinchera;
que ellos vayan muriendo,
mientras me dejen dormir de noche.
[Tepic, Nayarit/2017]