Me doliste hasta el punto de que mi pluma no hacía otra cosa
que escribir sobre ti.
Me dolías en la mañana.
Me dolías en la noche.
Me dolías estando en ayunas.
Me dolías antes de que se formaran mis ojeras.
Me dolías en el silencio más profundo
y en la soledad más recóndita.
Ausente o presente,
con toda la fluidez
y los días desérticos.
Me dolías.
Me dueles…
me dueles.
[Hojas revueltas, 2011]