En un discurso a Scholas Ocurrentes (Red de Escuelas para el Encuentro) el Papa Francisco aseguraba hace unas semanas, que toda crisis supone peligro pero también oportunidad. Una humanidad sin crisis, perfecta, ordenada y «almidonadita» sería una humanidad enferma. Toda crisis es una llamada al abierto, a la brecha, a la apertura.

El peligro sucede cuando no nos enseñan a relacionarnos con aquella apertura, porque uno se puede desorientar, asegura Francisco. Por eso el consejo de los sabios ante cualquier crisis social y personal, es que nunca te adentres solo en ella. Es necesario ir acompañado.

Asomarse a la brecha, sin miedo y con todo el cuerpo. Porque una buena educación es aquella que escucha, crea cultura y enseña a celebrar la vida. Armonizando: pensamiento, sentimiento y acción. Es decir, el lenguaje de la cabeza, del corazón y de las manos, asegura Francisco. Porque educar es, fundamentalmente, enseñar a buscar el sentido de las cosas. Así, es necesario combinar el sueño de los niños y de los jóvenes, con la experiencia de los adultos y ancianos, sin esto no hay humanidad, porque no hay raíces ni historia (…)

Finalmente, el Papa pide no olvidar tres palabras, que aunque parezcan inútiles, sostienen la construcción del futuro y permiten cultivar la realidad nueva: gratuidad, sentido y belleza.