La arena guarda recuerdos, esconde cosas en sus entrañas, pero también deja otras evidentes, y, he aquí el paso del hombre, paso errático, hecatombe de corazón, ser que deja rastro de belleza y de terror. Hoy presencio, y presento, sus mini universos en la playa.

¿Qué es el hombre? ¿Dominio, voluntad de poder, descubrimiento, extinción? ¿Una parte del todo? ¿Una parte de nada? ¿caminante que deja una huella en el tiempo, un daño, un respiro que se extiende hasta el punto del desgarramiento?

En la arena de la playa se puede leer el universo y sus interacciones con la arena, arena-mar, espacio-tiempo; liquidez que va y vuelve, se extiende en las olas como un eco infinito de la realidad cósmica. El agua borra mis huellas de la arena así como el tiempo hace que todo se vaya diluyendo en una expansión sin límites, pero mi voz permanece, y contemplo a un ser que dejó un eco; su canto se mueve con la cadencia de los embates marítimos; ¿qué me estás diciendo?

¿Qué voz es esta del hombre, inquieto, peregrino y extranjero de sí? ¿Quién comprende su movimiento, su hambre, su sed? ¿Es que dirige sus pisadas hacia una ruina sin fin? ¡Oh hombre! Quién llora contigo en tu noche más oscura, quién encontrará tus migajas de pan para saber de dónde viniste.

¡Escúchenlo! Gime de noche comiendo su pan de lágrimas; tu quebrando es grande como el mar. ¿Quién podrá curarte? Por eso entierro en la arena los pedacitos de mi ser; suspiro y busco tu rostro. Quiero traer a la memoria quien tú eres.

¿Hasta cuándo tendrás preocupaciones en tu alma y pesará diariamente tu corazón? ¡Ay mis entrañas, ay mis entrañas! ¡Desfallezco! ¡Paredes de mi corazón! ¡Mi corazón se agita! ¡No puedo callarme! Escucho tu lamento; puedo oír los estruendos de tu batalla y el estrépito de la devastación. Llora la tierra contigo como yo mi llanto por ti.

Miré a la tierra, y he aquí que era vacío y confusión; y a los cielos, y no había luz. Ciertamente oigo gritos como de mujer en parto. Es tu voz, pero no te encuentro. Están las huellas de tus pies, pero no sé a donde has andado. Despojos encuentro, signos de todo y de nada.

¿A quién hablaré, si estas cosas no me escuchan? Estoy quebrantado, cubierto de luto y espanto; lloraré por ti día y noche, esperando tus pasos sobre mi mar. Yo te recordaré, daré voz a tu canto desvanecido, no serás olvidado como un muerto, no te convertirás en vasija de desecho, yo calmaré el ardor de tus hombros, silenciaré los rugidos de tu corazón. En seguidas te acostarás y dormirás tranquilo.

Nace un silencio… tus palabras encontraron oído, ya no se pronuncian entre dientes que eran como saetas y lanzas; duerme, duerme. Tu temblor ha cesado. Camina sin guerra por la arena nuevamente, sin guerra…
Deja una respuesta