Se habla de la cosa poética,
el cimiento de todo,
de la memoria, del tiempo, de la soledad.
Hasta las paredes son capaces de recordar,
sangran de noche para nutrirme,
se alimentan de mis sueños.
Y entre sangre y sangre vive la poesía,
entre este dolor de mi pecho
y el anhelo de los labios más dulces,
de los tuyos, sí, de los tuyos.
Ahí lloré,
ahí morí,
también resucité.
Soy el canto del moribundo y del enamorado;
soy la voz del vende periódico,
el vómito pesimista,
la carne llagada,
vuelo del jilguero,
muerte anunciada,
silencio imperfecto.
[30.11.16/ El Izote, Nayarit]