Poesía, reo de tus amores,
aunque veo la hiel
atravesando mis renglones. Dígame quién
no sucumbe a tus dolores,
los de mi corazón
y tu silencio de mil sabores.
Yo te elegí para cantar mis renuncias,
las que nacieron en el secreto,
las más enterradas,
las raíces más duras;
¡Canta, canta!
Tengo ronca la garganta
de tanto gritarle a la noche
por la luz de la madrugada.
