La muerte no es suficiente para el hombre
Yo lo escucho gritando:
¡Vida, vida!
¡Llanto, gloria!
Mientras, muere,
está muriendo.
No nos gusta pensar en la muerte
pero en el primer llanto
no solo desgarramos el útero,
no solo se quema nuestra garganta
ante una realidad extraña,
le damos una lanzada a la vida,
un golpe mortal en el costado
hasta que cobra su fría venganza
y besa nuestros párpados
en un llanto ahora silencioso.
Venimos a este mundo con todo el estruendo
lo abandonamos en murmullos sollozando:
-Padre mío, Dios mío, tengo miedo-.
La noche se volverá luz,
duerme, duerme tranquilo,
vuelve al útero del mundo.
I.XI.MMXXI
Jerusalén
