
Este texto se publica como autoría conjunta de Alba F. J. (estudiante de 12 años de Educación Secundaria) y Juan Carlos Vila
Literatura y filosofía nos han acostumbrado al binomio guerra/paz como si se tratara de antónimos, o dicho de otra manera, como si la paz fuera la ausencia de guerra, cosa que ya los romanos veían de diferente manera; la paz como consecuencia de una victoria militar, modo que sigue apareciendo en la palabra pacificación.
Así pues, visto que entendemos la Paz como un estado el cual te da tranquilidad y confianza de que ningún conflicto pueda llegar a suceder durante ese estado, en el cual tú te encuentras sin ninguna preocupación, quizás nuestros deseos no se corresponden con lo que pedimos. Deseamos un estado definitivo, y nos olvidamos del camino a seguir con frecuencia, aunque no siempre. Así mismo, el poder de la palabra es mejor que matar a personas , no podemos seguir cometiendo los mismos errores del pasado, en una guerra todos pierden los vencedores y los vencidos.
El poder de la palabra, el poder de la empatía. Encontrar esos puntos de acuerdo con el otro o la otra, asumir que sus problemas son básicamente los míos, y que dialogar es lo que tenemos para alcanzar la conciliación o la reconciliación. Yo apostaría a que hoy sería todo re-conciliación, porque hay daño por doquier. Quién no ha hecho algo a otra persona, qué país, qué cultura, no ha agraviado a otra antes o lo ha sido por otro. Y en ese estado de cosas, incluso quien no ha agredido. Es ahí donde se abre paso el camino hacia la Paz, un camino tan largo y complejo que no tiene fin.
Podríamos encontrar un paralelismo con Libertad. Un afán perdido en la memoria nos lleva a ontologizar estos conceptos, a convertirlos en grandes ideas a conseguir, e igualmente inmemorial el olvido por los caminos para conseguirlos. Entender la Libertad como un objetivo, y olvidar que lo importante es el proceso de liberación, tiene los mismos inconvenientes.
Hoy por hoy nos encontramos inmersos en una guerra en Europa, que viene a añadirse a los múltiples conflictos armados activos que hay en otras partes del mundo. La preocupación ha llegado a todas las personas, sin importar edad o nivel social, ya que por primera vez desde hace decenios contemplamos una guerra que puede llegar a niveles peligrosos para todos, ese mismo terror nuclear que aterrorizó al mundo hace 60 años en la crisis de los misiles de Cuba.
Y como tantas veces reaccionamos cargando las culpas en generalizaciones peligrosas, que además dificultan cualquier intento de reconciliación. Rusia, los rusos y lo ruso se han convertido en anatema. No solo se boicotea el deporte. Se cancelan ciclos de cine de directores rusos fallecidos, conciertos de músicos rusos de hace 150 años, y se anulan conferencias sobre autores rusos del siglo XIX.
Ucrania ha sido invadida, y eso debe tener una solución urgente, no sólo para evitar una peligrosa escalada militar, sino porque ya hay una crisis humanitaria de personas refugiadas, y los dramas habituales de familias fragmentadas, pertenencias perdidas, destrucción de bienes fundamentales, cosechas, animales abandonados a su suerte… La guerra trae represión, injusticia y muerte en ambos bandos. Es preciso que no solo se sienten a hablar, sino que se den las condiciones para que el diálogo sea abierto y sincero para solucionar el problema, y poner a las palabras en el lugar que les corresponde, por delante de las armas.
Para terminar una cita que creo es importante de alguien con experiencia en procesos de paz, con el que he descubierto la coincidencia de los conceptos. «Es precisamente en este punto donde el paradigma conceptual y la práctica de la construcción de la paz deben alejarse significativamente de las actividades y el marco tradicionales que constituyen la diplomacia de estado. Considero que este cambio paradigmático se manifiesta al pasar de un interés por la resolución de materias conflictivas a un marco de referencia centrado en la restauración y la reconstrucción de relaciones. Esto exige un planteamiento que vaya más allá de la estrategia mecánica. El marco debe tratar los aspectos relacionales de la reconciliación como principal componente de la construcción de la paz.»
John Paul Lederbach. Construyendo la paz. Reconciliación sostenible en sociedades divididas. Bakeaz 1998. Pág. 52
Me ha parecido muy interesante porque yo no quiero que haya un guerra entre Rusia y Ucrania a mi no me gustan las guerras y mucha gente se queda sin hogar por eso,por la guerra de países yo quiero como también mucha gente la paz.
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Estoy totalmente de acuerdo en todo, ha estado muy bien, porque en mi opinión Putin debería preguntarse: ¿cómo hemos llegado hasta este punto, por qué sigo con esto cuando muchas personas inocentes, incluso niños, están muriendo o abandonando su país debido a que he decidido tirar unas bombas, a qué se debe que ahora decida que no haya paz y sí guerra?
Todo lo que está pasando me parece una verdadera vergüenza, que ya son 2000 fallecidos y además en vez de matar solo a soldados también está matando a civiles, por ejemplo el otro día bombardeó un hospital, me pregunto: ¿por qué un hospital? en mi opinión Putin ha llegado a un punto en el que debería ser considerado un psicópata, el cual debería dejar de mandar bombas y bombas sin parar, deberían juzgarlo por crímenes de guerra.
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