Poema sin palabras

Fray Jerónimo Verduzco

Señor, yo no sabía
que el amor es como una llamarada
que en el silencio
quema todas las palabras.

¿Cómo pude olvidar que fosforece,
ahogado en un gemido
y en el eco sin eco de una lágrima?

Me duele, como herida quemada de sollozos,
tiembla, como una flecha hundida
en las entrañas,
y ante el umbral, enmudecido, habla.

Señor, ¿por qué no me dijiste
que el amor no se escribe con palabras?
Vengo a Ti, como el viento del erial,
herido por los cactos, como tierra sin agua.

He quebrado, a Tus Pies, las tablas de la ley
de todas las metáforas.
Supe al fin, con el sabor dolido de mi carne,
que el amor no conoce otra palabra
que la sangre hecha ríos
y el clamor hecho llagas.

Señor, dame una gota del mar de Tu silencio
y quemaré en la hoguera de Tus aguas
el tropel de alaridos que se anida,
como víbora sorda, a mi garganta.

Ahógame esta sed. Apágame este grito.
Aquiétame esta llama.
Vísteme, Amor, la desnudez de Tu hermosura,
¡Oh túnica de lirios en el alba!

Desata con Tu aliento
el corcel de mis ansias
y ven, Señor Jesús,
ven antes que la noche
con sus desnudos pies de sombra, anegue mi morada.

Al fin, Señor, he comprendido
que el Amor no se escribe con palabras.

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