
Ha sido interesante ver cómo algunas historias de dibujos animados o de súper héroes son modificadas de la ficción original en que fueron escritas y los hacen vivir los dramas del hombre contemporáneo. Es lo que hace Disney con “Chip y Dale al rescate” (Dir. Akiva Shaffer, Disney +, EU 2022), que nos cuenta lo qué pasó con el par de amigos que tenían un programa sobre una agencia de detectives en los años 90’s, pero a pesar del éxito de su serie televisiva, Chip abandona todo y deja solo a Dale para tomar la oferta de un proyecto nuevo en solitario. Nunca lo consultó con su socio y ese hecho hizo que terminara su exitoso programa y su amistad. Cada uno toma un distinto camino y con los años se recuentran.
En este retrato de Hollywood, Disney plantea la historia de personas frustradas porque tuvieron un solo éxito en su vida y nunca más volvieron a tener estabilidad laboral. Hace una buena relación entre la estabilidad laboral y la emocional, ninguno de los dos volvió a sentirse realizado, como cuando hicieron su programa. Con los años vemos que cada uno siguió su camino y al final se ven personas frustradas, que esperan un pasado que no volverá. Dale se convirtió en un exitoso vendedor de seguros, pero vivía con el dolor interno de que ese no era su proyecto de vida y Chip seguía intentando, sin mucho éxito, tener un papel importante en alguna película o serie televisiva. Pareciera que en la trama hay dos problemas, el del trabajo como espacio de realización humana y el de la importancia de la amistad en el desarrollo de esos mismos proyectos, pero en el fondo es el mismo: nuestro destino implicado en los caminos y decisiones que tomamos para hacernos un proyecto de vida con sentido de comunidad.
Los humanos trabajamos para ganar nuestro sustento y el de los nuestros, pero no es lo único que buscamos en una profesión. Queremos realizar nuestros talentos, buscamos hacer cosas que nos gusten, queremos realizarnos. Algunos a esto le llaman vocación. Pero la precaridad laboral es signo de un mundo que no permite desarrollarnos y en donde se busca sobrevivir. El retrato de lo que viven las ardillitas es la frustración de hombres que no viven conformes con su trabajo, que esperaban que fuera el espacio de despligue de sus propios talentos. Reflexión aparte merecería el burdo personaje de Peter Pan, arquetipo de quien se queda estacionado en una época de su vida pero no se da cuenta que el tiempo pasa y la dura realidad termina imponiéndose.
Recuerdo un jefe laboral que siempre decía que a la oficina se va a trabajar y no a hacer amigos. Pobres historias de quienes pasan la vida en un espacio donde el otro es un simple colaborador eventual y nunca se interesan por las personas que tienen al lado y terminan tratando al compañero como si fuera una máquina o una computadora. Pasa igual en la vida religiosa, gente que comparte la vida con otros, pero está tan preocupada por su propio proyecto que no piensa en las dificultades o problemas del que tiene al lado.
Sí, este mundo con sus escuelas de negocios nos ha enseñado que el único factor decisivo para emprender un negocio es la ganancia. Y no toma en cuenta que el hombre se juega mucho más que su sustento al intentar emprender un negocio o una empresa. Si para elegir una carrera qué estudiar o decidir en qué trabajar el único factor que cuenta es el económico, seguiremos con estas generaciones de personas frustadas que emplean la vida en lo que no los hace felices. Parece un cliché, pero es verdad que el dinero no da la felicidad. Y paradójicamente, cuando el único criterio es la ganancia económica, la inmensa mayoría puede narrar que esta no termina siendo tanta y se termina por vivir al día.
Muchas amistades cristalizan proyectos y se implican en un camino conjunto, precisamente cuando se comparten visiones y pueden mutuamente ayudarse. Es verdad lo que plantea esta historia, uno no puede estacionarse en un éxito momentáneo y muchas veces la vida te hace replantearte tus metas, proyectos y a uno mismo. Pero siempre será más difícil hacerlo en solitario que con la ayuda de quienes en algún momento se involucraron en un camino conjunto.
Esta película es la historia de una amistad que uno de ellos traiciona y parece que retoma el grito de Caín en la Escritura: “Yo no soy el guardián de mi hermano”. Chip dejó a su suerte a Dale por seguir un camino que le convenía a él individualmente, sin tomar en cuenta el daño que generó a su amigo. La trama de esta película hará ver que los proyectos nunca serán más importantes que las personas. A Chip le importó más su propio proyecto que el destino de Dale. A Dale le importaba el éxito de su programa, pero a él le importaba mucho más su amigo. Para él no era solamente tener un programa exitoso, para él lo importante era un camino de realización conjunta. Los años pasaron y se quedaron sin proyecto y sin ser amigos. Y como en toda película Disney, la vida les mostró la importancia de la amistad y la pudieron recuperar. En la vida real no siempre se dan estas oportunidades.
