
Virtud y culpa
La estabilidad perentoria de los acontecimientos, que en ocasiones experimentamos, nos impele a cerrar los puños como neonatos que sucumben al reflejo de prensión palmar, con la fantasía de contener el tiempo, restar quedos y no perturbar con nuestros gestos inoportunos esa quietud balsámica. Nos aferramos a esa idea mágica de que nuestro movimiento es fuente generadora de perturbaciones en el discurrir de lo que … Continúa leyendo Virtud y culpa