
Por: Tutmes Carrillo
Aunque no es uno de mis preferidos el autor de este cuadro, admito que la elegancia de su composición y la historia en él me hace ponerlo en un lugar importante de mi lista. Las Meninas, sirvientas de la niña Margarita de Austria, son detalladas en este cuadro.
Lo que hace peculiar a esta pintura no es la atractiva perspectiva de Velázquez, o sus famosas proporciones a la penumbra, ni siquiera su autorretrato; son los detalles, la historia detrás de cada personaje, de cada luz, de cada puerta. Precisamente esa es la característica de hoy. Cada que observo las Meninas y recuerdo la historia detrás del pequeño espejo que está en el fondo recuerdo que la vida está compuesta de un sinfín de detalles. Un detalle nos hace humanos, un detalle dice te quiero o te desprecio, un detalle puede hacernos sentir valiosos o ignorados. En estos pequeños detalles que en ocasiones pasamos por alto está la clave de la vida.
En verdad, puede parecer que las cosas no cambian, o que algo por ser pequeño no vale; pero siempre debemos recordar que los grandes cambios en el mundo, las grandes reconciliaciones e incluso las grandes guerras comenzaron por pequeños detalles. ¿Por qué? Porque el humano es un ser simbólico, y más que simbólico; detallista.
En los detalles está una sonrisa robada por la mañana, un café, un saludo, un pequeño papel que alegre el día. Velázquez me enseña en Las Meninas que lo fundamental de la vida no sería tan valioso sin los pequeños detalles que le rodean. Así como una simple acción de polvear a una niña para ser retratada sería diferente sin todo un mundo de detalles a su derredor. ¿Qué detalle quisieras recibir hoy? O mejor dicho, ¿de quién esperas un detalle hoy? Pero antes atrévete a contemplar en tu vida los detalles que te quedan por dar. Y la próxima vez que puedas contemplar esta obra fíjate de nuevo en los pequeños detalles que están secretos.
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