Es conocido el proceso contra Adolf Eichmann, un teniente coronel que durante la Segunda Guerra Mundial estuvo a cargo del transporte de los deportados a los campos de concentración en Alemania y Europa del Este.
Con la finalidad de realizar una serie de artículos para la revista New Yorker, la filósofa judía Hannah Arendt asistió al juicio del funcionario nazi e hizo un compendio de sus escritos en el libro Eichmann en Jerusalén.
Lo que más llama la atención de los escritos de la filósofa es la actitud personal que asume el acusado: no creía que fuera un criminal ni alguien que hubiera colaborado con el régimen nazi en la muerte de miles de personas. Eichmann sólo sentía que cumplía con un trabajo. Esto es lo que Arendt llamó «la banalidad del mal».
«Eichmann no fue atormentado por problemas de conciencia. Sus pensamientos quedaron totalmente absorbidos por la formidable tarea de organización y administración que tenía que desarrollar. Estamos ante un nuevo tipo de maldad que a través de la burocracia transforma a los hombres en funcionarios y simples ruedecillas de la maquinaria administrativa. Hubo muchos hombres como él, y estos hombres no fueron pervertidos ni sádicos, sino que fueron, y siguen siendo, terroríficamente normales», dice Arendt.
Recientemente causó polémica que el actor zapopano Gael García Bernal, quien durante la pasada jornada electoral del 1 de julio manifestó su apoyo al candidato Andrés Manuel López Obrador, publicara en Twitter sus recuerdos de niño en donde acompaña a sus padres a protestar contra lo que él llamó el “fraude electoral de 1988”.
La designación de Manuel Bartlett como virtual titular de la Comisión Federal de Electricidad le trajo reclamos a Gael por parte de sus seguidores.
Y es que Bartlett fue secretario de gobernación y responsable del órgano electoral en 1988, por lo que se le atribuye el fraude que llevó al poder a Carlos Salinas de Gortari.
Ante los reclamos, él respondió: «Ahhhh… el placer de bloquear a alguien que me cree responsable del nombramiento del innombrable de Bartlett. La síntesis: yo repudio su nombramiento y su ser político. Y qué ridículos los que creen que yo y los que votamos por AMLO somos responsables de ese nombramiento. Besos».
Es decir, Gael no cree tener responsabilidad de las decisiones del nuevo gobierno, a pesar de haber promovido el voto a favor de AMLO, ¿acaso un elector no tiene responsabilidad de las decisiones del gobierno que eligió?
Cuando leí el mensaje de Gael, pensé en Eichmann. Como el funcionario alemán, no podía entender que las palancas que manejaba, causaban un efecto que no era sólo culpa de un sistema, sino que conllevaba una responsabilidad personal de quien lo operaba y de quien los llevó ahí.
Asumimos que el voto tiene la fuerza para sacar los gobiernos y las políticas que no resuelven nuestros problemas, pero hay que recuperar la conciencia que la política es una construcción común donde nadie quede exento de su propia responsabilidad.